Fatmagul y Kerim – Bailes
Su historia a través de los bailes. En cada uno de los bailes de la pareja se puede observar como
Fatmagul es una serie de televisión turca de 2010, producida por Ay Yapım, Está basada en la novela del escritor turco Vedat Türkali: Fatmagül’ün Sucu Ne?, publicada en 1976.
Fatmagül narra la lucha de una humilde joven que es violada por Vural, Selim y Erdogan Yaşaran. Obligados por el entorno acaudalado y poderoso de los culpables, Fatmagül y Kerim, desconocidos hasta ese momento, deberán convivir como un matrimonio de conveniencia para disimular y acallar esta tragedia ante la justicia. Así daba comienzo esta historia para una pareja que de la desconfianza y tristeza pasó al amor y a la esperanza. Con ayuda psicológica de profesionales para reponerse poco a poco del shock de esa fatídica experiencia, de sus seres queridos, asociaciones feministas, centenares de cartas con testimonios similares al suyo y con el apoyo de la opinión pública, Fatmagül batalló para que saliera a la luz toda la verdad de su caso.
La resolución de su proceso ante la ley; el nuevo paso en la relación sentimental entre Fatmagül (Beren) y Kerim (Engin), cada vez más enamorados y luchando juntos ante la adversidad; y el destino de todos sus oponentes son solo algunas de las tramas que cogerán especial protagonismo durante la serie.
Fatmagül es una chica humilde de un sencillo pueblo costero que trabaja en una lechería. Vive junto a su hermano, su cuñada y su sobrino y está prometida con el pescador Mustafa, su amor desde la infancia y con quien ya está construyendo su futura casa antes de casarse. Cuando solo faltan los últimos retoques al que será su nuevo hogar, y con la boda cada vez más cerca, el destino se interpondrá en el camino hacia los planes de Fatmagül de un modo trágico.
Kerim es el hijo adoptivo de la curandera del pueblo, Ebe Nine, después de que quedara a su cuidado tras la muerte de su madre. Como cada verano, espera la llegada de sus amigos de la infancia, a los que le sobra tanto el dinero como la arrogancia: Selim, Vural y Erdogan. Tras la fiesta de compromiso de Selim, los cuatro amigos, con demasiado alcohol en las venas, se encuentran con Fatmagül y los tres millonarios terminan violándola, lo que deja a Kerim entre la espada y la pared.
Para minimizar las consecuencias que tendría la violación en sus privilegiadas vidas, Selim, Vural y Erdogan convencen a Kerim para que cargue con la culpa. El resultado: él y Fatmagül se convierten en los grandes perjudicados. La vida de la primera se va al traste después de que su prometido decida que no quiere cargar con la desgracia de que su mujer haya sido violada antes del matrimonio. En cuanto a Kerim, se ve obligado a casarse con la mujer que, supuestamente, ha violado.
Su historia a través de los bailes. En cada uno de los bailes de la pareja se puede observar como
Fatmagül llega al taller de Kerim para reclamarle que haya ido a enfrentar a Mustafá y poner su vida en
Uno de los momentos inolvidables de la pareja es el día que fueron a una cena para celebrar el final
Fatmagül toma la mano de Kerim y, juntos, se alejan dando la espalda a Mustafá
Kerim le confiesa a Fatmagul que se ha enamorado de ella. Fatmagul no puede más y decide ir a hablar
Descripción de los personajes principales en Fatmagul
La serie de dos temporadas consta de 80 capítulos de más de hora y media de duración cada capítulo.
La relación entre Kerim y Fatmagul parece condenada al fracaso, al dolor, al horror. Sin embargo, la paciencia, la fortaleza y el amor que Kerin siente por Fatmagul hace que dos personas se reconstruyan poco a poco, paso a paso, tras el horror vivido. Porque si ella ha sido violentada en su intimidad y ha sido “manchada”, él no puede vivir con la culpa, los remordimientos, con el qué hubiera pasado si no la hubiera señalado aquella fatídica noche. Pero también poco a poco iremos sabiendo de la historia personal de Kerim que es terrible para él igualmente, lo que dará todo un giro de 180º a la historia.
Ellos recorrerán el largo camino que conduce del infierno al paraíso con mucho sufrimiento, con dolor, con sacrificio, con entrega. Llegan al amor más puro a través de miradas, de roces de manos, de una cotidianeidad que te hace fijarte en los detalles más pequeños pero que crean un mundo sencillo de amor profundo y verdadero. Mientras, los verdadero culpables inician el camino contrario, desde el paraíso llegarán al más profundo de los infiernos. Sus intentos por librarse de los remordimientos que les minan lentamente día a día les llevará a la destrucción y ruina de la familia Yasaran.
Los capítulos más impactantes surgen cuando Kerim para demostrar el auténtico amor por Fatmagul, se entrega a la policía confesando lo ocurrido aquella noche, rompiendo el pacto con los Yasaran. Pero lo que se suponía un final no es más que el comienzo de otra pesadilla aún peor. El acoso, la persecución, las amenazas, un juicio en el que soportar el poder de los poderosos comprando médicos, testigos, jueces. Aquí surgirá una mujer que todo lo soportará aunque el sufrimiento es casi insoportable, contando siempre con la ayuda y fuerza de Kerim y toda su familia.
Fatmagül es una joven que vive en un pueblo costero cercano a Esmirna, en Turquía, que es violada por tres jóvenes ricos cuando está a punto de casarse, quedando arruinada su vida. Su novio la deja y para apagar el escándalo, es obligada a contraer matrimonio con Kerim, a quien Fatmagül cree como uno de sus agresores.
Fatmagül es, sin duda, el eje central de esta historia y destaca porque, a diferencia de lo que ocurre con otras protagonistas, a ella nos la creemos en cada una de las fases que le toca vivir.
Entendimos su ilusión por casarse con Mustafá. Sufrimos con ella cuando fue violada (me niego a utilizar el eufemismo “incidente”). Nos indignamos cuando todos decidieron su destino sin escucharla. La comprendimos cuando irradiaba rencor hacia Kerim. La apoyamos cuando acudió a una psicóloga para superar su trauma. La aplaudimos cuando denunció a sus violadores. Nos ilusionamos cuando se acercó a su marido. Nos emocionamos cuando la vimos pasear feliz al lado de Kerim.
Beren Saat transmite cada sentimiento de un personaje muy complejo, que en algunos capítulos ha vivido más emociones que muchas otras protagonistas en toda una telenovela. Pero, sobre todo, ha hecho creíble la evolución del personaje porque la Fatmagül del último capítulo no se parece en nada a la del principio.
Fatmagül ha vivido en una lucha constante. Ha tenido que luchar contra sí misma, contra sus miedos, sus angustias, sus traumas, esas voces en su cabeza que le recordaban una y otra vez lo que había pasado. Fue, probablemente, la lucha más complicada, pero también una de las más realistas, no solo por los recursos que utilizó (ayuda profesional), sino también por el tiempo transcurrido. Hay heridas que no sanan de un día para otro.
Pero, además, de esa lucha interior, también tuvo que enfrentar un entorno hostil. El primer gran golpe se lo dio su novio con su rechazo, pero después vinieron muchos más. Desde el verse casada con uno de sus enemigos hasta la amenaza constante de los Yasaran.
Pero, aun hubo algo más: el juicio social. Fatmagül era la única inocente de toda esta historia, pero hemos visto como la que tuvo que cambiar su vida fue ella, la cuestionada fue ella, la que debió soportar las murmuraciones fue ella, la humillada fue ella, la juzgada públicamente fue ella.
Pero Fatmagül demostró que era más fuerte de lo que ella misma creía. Primero, buscó una vía de escape estudiando y trabajando. Segundo, recurrió a la justicia que se le había negado en un principio. Tercero, alzó su voz para denunciar su caso en la prensa, consiguiendo un importante respaldo. Cuarto, se dio la oportunidad de crear una familia con Kerim.
Y todo esto lo hizo paso a paso, sin prisas, sin arrebatos, sin decisiones bruscas ni precipitadas. Y ese quizá sea el gran éxito de este personaje. La hemos visto llorar, pero también reír. La hemos visto tomar buenas decisiones y también equivocarse. Fatmagül nos ha gustado porque no es una heroína de novela rosa, es un personaje de carne y hueso.
Kerim es un aprendiz de herrero que tiene la mala suerte de emborracharse antes del ataque sexual contra Fatmagül. Tras celebrar el compromiso de uno de ellos, los cuatro jóvenes se encuentran con Fatmagül, pero Kerim se desmaya y no participa de la agresión. Sin embargo, cuando despierta, acepta la responsabilidad creyendo haberla violado y se casa con ella.
La gran pregunta con el personaje interpretado magistralmente por Engin Akyürek es ¿cómo es posible que el enemigo público número cuatro pasase a ser el príncipe azul del cuento? ¿Cómo es posible que el público empatizase con un personaje al que debería odiar por su participación (como testigo) en la violación de Fatmagül?
Pues porque a Kerim le pasa lo mismo que a Fatmagül. Que evoluciona y en ese proceso, poco a poco, nos convence y nos conquista.
Kerim empezó a sumar puntos cuando fue el primero en asumir el horror de lo que habían hecho, pero, sobre todo, cuando vimos que era el único que reconocía que Fatmagül no tenía la culpa de nada. Es cierto que se casó con ella obligado por las circunstancias, pero muy pronto vimos también que con esa boda había asumido el compromiso de proteger a Fatmagül, de evitar que volvieran a hacerle daño.
Además, Kerim, siendo el menos culpable de los culpables, arrastra siempre con él esa pesada carga. La culpa. No la violó, pero sabe que es culpable de no haberlo evitado. Y sigue sumando puntos cuando se planta en comisaría y denuncia los hechos. Es cierto que lo hace por un cierto egoísmo porque quiere demostrarle a su mujer que la quiere de verdad, pero también es un acto de generosidad. Sabe que ella no podrá ser feliz mientras no se haga justicia y Kerim da el primer paso para conseguir ese objetivo, aunque eso suponga que él mismo acabe en la cárcel.
Podría decirse casi que Kerim se autoimpuso una penitencia a su pecado. Primero, renunció a su vida casándose con Fatmagül. Segundo, se autodenunció porque era un paso necesario para que Fatmagül sanase. Tercero, se llenó de paciencia para conquistar a su mujer.
Además, a Kerim también lo hemos visto sufrir y no solo por sus propios traumas (el abandono de su padre, el suicidio de su madre…), sino que ha sufrido por y con Fatmagül. No sé cuántas veces habrá dicho “Fatmagül, no llores” y tampoco sé cuántas veces lloró él al verla llorar a ella.
Y por eso ha terminado conquistándonos. Porque reconoció su culpabilidad, asumió su responsabilidad, sufrió viendo sufrir a Fatmagül e hizo todo lo posible y lo imposible para que ella fuese feliz.
Mustafá es un pescador que iba a casarse con Fatmagül, pero cuando la violan, rompe el compromiso, aun sabiendo que la muchacha es atacada cuando se dirige a verlo partir, en una nueva travesía en el mar.
Mustafá, interpretado por un fantástico Firat Çelik, ha sido la antítesis de Kerim. Debería haber sido el héroe, pero terminó siendo uno de los villanos porque tomó la decisión equivocada en el momento inoportuno. Como le dijo Kerim en su primer enfrentamiento: “Tú la dejaste. Yo me casé con ella”. Esas dos frases fueron más contundentes que cualquier puñetazo. Mustafá, quien tendría que haber sido el primero en apoyar a Fatmagül, fue el primero en darle la espalda.
Sin embargo, no hay peor ciego que el que no quiere ver y Mustafá se pasó toda la telenovela a oscuras. Al margen de su amor obsesivo y enfermizo por Fatmagül, destaca su odio hacia Kerim, mucho más profundo y visceral que hacia los Yasaran, verdaderos responsables de todo.
Para Mustafá, Kerim es el culpable de que Fatmagül lo rechace, pero lo que pasa es que Mustafá quisiera ser Kerim. Quisiera ser el hombre con el que Fatmagül se va de la mano. Quisiera ser el hombre con el que Fatmagül se casa feliz y enamorada. Pero para ser ese hombre Mustafá tendría que haber dado un paso al frente olvidando sus celos, sus prejuicios y su ambición.
Cuando comprende que nunca será ese hombre, que él ya no está en el nuevo álbum de la vida de Fatmagül, que será Kerim quien compartirá la cama con ella, comete el mismo error del principio. Tomar la decisión más fácil. Escapar. Huir de una realidad que no es la que él quiere vivir.
La gran pregunta es si Mustafá ha sido víctima o victimario. Probablemente se convirtió en victimario como consecuencia de ser víctima de sí mismo.
Es el amigo que presenta a sus primos a Kerim y es uno de los hombres que ebrios y drogados violan a Fatmagül, aunque en su caso se arrepiente. Vural tiene pesadillas y lo hecho lo perturba a lo largo de la novela.
Es uno de los hombres que viola a Fatmagül tras encontrársela por casualidad después de celebrar el compromiso de su primo Selim.
Es uno de los hombres que viola a Fatmagül, horas después de comprometerse, y contra todo pronóstico, no se arrepiente de nada.
Es la joven que se casa con Selim y quien más adelante se convierte en defensora de Fatmagül.
Es la cuñada de Fatmagül y actúa en su contra tras ser corrompida por los Yaşaran. Es la cizañera y ambiciosa esposa de Rahmi Ketenci hermano de la protagonista. Es la mala de la película, la antagonista. Ella le hace la vida imposible a Fatmagül, que vive en su casa y está a su disposición. Es una mujer súper materialista, de esas que si quiere algo le da lo mismo cómo conseguirlo.
Si la traición de Mustafá fue dolorosa, la de Mukaddes fue cruel. Si Mustafá tendría que haber defendido a Fatmagül, su cuñada debió haberla protegido con uñas y dientes. Sin embargo, fue quien primero la vendió por un puñado de monedas. Por mucho que se lamentara una y otra vez de haber tenido que cambiar radicalmente su vida, fue ella misma quien provocó esa situación al poner precio al silencio.
Pero, además, Mukaddes no sólo vendió a su cuñada por dinero, sino que también se la entregó en bandeja de plata a uno de sus violadores porque, recordemos, cuando apoyó la boda con Kerim no sabía que él no había abusado de Fatmagül. En aquel momento era exactamente igual de culpable que los demás. Ahora sabemos que Kerim resultó ser buena persona, pero pudo no haberlo sido y convertir la vida de Fatmagül en un infierno mayor.
Pero, ¿por qué esa inquina hacia su cuñada? ¿Por qué disfrutaba atormentándola? En un principio parecía que se dejaba llevar por la avaricia, pero después aparecieron nuevos sentimientos. Celos. Envidia. ¿Recordamos cuando miraba por la cerradura del baño cuando Kerim estaba en la ducha o cuando se enrabietó durante los preparativos de la boda o su sucia maniobra para separar a la pareja?
A Mukaddes la hemos llamado absolutamente de todo menos bonita cuando salía en pantalla, pero, igual que hemos denunciado todos y cada y uno de sus defectos (imposible enumerarlos todos), también es de justicia aplaudir el grandísimo trabajo de Esra Dermancioğlu. Ha creado un personaje absolutamente inolvidable.
Es conocida cariñosamente como “Ebe Nine” (“Granny Ebe”). La tía de Kerim Ilgaz, practica la medicina a base de hierbas. Ella encuentra por la mañana a Fatmagül tirada en el suelo, inconsciente cerca de la playa.
Es el mayor apoyo de Fatmagul que durante toda su historia la apoya y le da la confianza y el amor de una madre.
Ya había demostrado su calidad humana al hacerse cargo de Kerim cuando era un niño y convertirlo en un buen hombre, pero ese valor se vio reforzado cuando se convirtió en una verdadera madre para Fatmagül. Fue la primera que escuchó su voz en medio del desastre y un firme apoyo durante la recuperación.
La hermosa historia de amor entre Fatmagül y Kerim tuvo un gran final, a la altura de esta magnífica serie turca, en el que la pareja se enfrentó por fin al desenlace del juicio por la violación que cambió por completo su vida.
La sentencia y el futuro como madre de la protagonista, fueron claves en el desenlace.
Tras años de sufrimiento, fue la última prueba y la más difícil para Fatmagül: ir al juzgado por última vez y mirar a los ojos a sus enemigos.
En el juicio la taimada Mukkades, esa mujer imposible que ha sido un dolor de cabeza no sólo para Fatmagül y Kerim sino para tantos seguidores de la serie, recibió también su merecido, aunque posiblemente menos del que muchos hubieran deseado. Pero quedó claro que no sólo actuó mal con Fatmagül sino que además cometió varios delitos, y aunque por fortuna para ella pudo librarse por los pelos de la cárcel, el hecho es que prácticamente tuvo que escapar avergonzada mientras la abucheaban a la salida del juicio.
Quien no pudo librarse fue el patriarca de la familia Yaşaran, quien, a pesar de su enfermedad, de haberse quedado en la más absoluta ruina, y de haber intentado a última hora hacer las paces con Fatmagül para librarse, tendrá que pasar al menos 6 años a la cárcel. También el abogado de la familia, Münir Telci, quien por sus tejemanejes recibió prácticamente la misma condena y muy probablemente ya no podrá ejercer como tal.
Aunque aún quedaba la duda de si saldría indemne, finalmente el tribunal tuvo en cuenta el arrepentimiento mostrado por Kerim –que se sentaba también en el banquillo de los acusados- pero el hecho de que no hubiese participado en la violación ni hubiese sido denunciado por Fatmagül llevo a que fuera absuelto de todos los cargos, una decisión que hizo que a Fatmagül se le iluminase la cara de alegría.
No obstante, la cara del ya marido de Fatmagül decía otra cosa bien distinta: consciente de su implicación por estar presente durante la violación, pareció no estar del todo conforme con su completa absolución. Y es que como se vio una vez más en el capítulo final, Kerim aún sentía remordimientos y seguía preguntándose qué hubiese pasado de no haber avisado al resto de sus amigos cuando pasó aquella “pastorcilla” que resultó ser Fatmagül.
El momento más esperado fue sin duda el de la sentencia para los dos primos Yaşaran, Selim y Erdoğan. Antaño dos personas rebosantes de fama, poder y dinero, sus mentiras y su intento desesperado de huida sólo consiguieron poner aún más peso a su condena, que escucharon mientras las madres de ambos se mostraban incapaces de contener las lágrimas sabiendo que les esperaban muchos años en la cárcel: 18 en total para Selim, 21 para Erdoğan. Además –según sentenció el juez- sin posibilidad de libertad condicional.
La victoria en el juicio dejó a Fatmagül más sonriente que nunca, pero quiso aprovechar la ocasión para, ante los periodistas que la esperaban afuera y rodeada de decenas de mujeres que habían acudido a apoyarla, animar a aquellas mujeres que sufren violencia de género a denunciar su caso.
“Espero que sea el último caso. Espero que los culpables siempre reciban su castigo. Que las víctimas nunca bajen la cabeza. Que la justicia siempre esté de su lado. Ojalá esto acabase aquí, ojalá la violencia contra las mujeres llegase a su fin y no hubiese más sufrimiento. Todos tenemos una sola vida. Solo una. Nadie tiene el derecho a arruinarle la vida a otro. Espero que sea la última. Que todos los que han cometido algo tan horrible acaben recibiendo finalmente su merecido. Yo nunca he estado sola, que ellas tampoco lo estén. Se ha terminado”, dijo Fatmagül. ¡Qué gran mensaje!
De hecho, así terminó la serie. No sólo con Kerim y Fatmagül paseando cogidos de la mano por Ildır, el pintoresco pueblo de İzmir (Esmirna) donde habían nacido (y donde empezó todo), sino con la voz en off de la protagonista recordando otros casos como el suyo en los que los culpables no fueron encontrados o simplemente resultaron absueltos: una clara crítica de los guionistas de la serie a los jueces que, en la vida real, desoyen las voces de las víctimas por mucho que éstas se atrevan a denunciar y a proclamar su inocencia. Ese fue uno de los principales mensajes finales de la serie, y lo que la hace distinta a casi cualquier otra: la historia de Fatmagül salió bien, pero hay otras muchas que no:
Un momento previo también especialmente emotivo fue cuando Fatmagül y su hermano hablaban en el cementerio con sus padres fallecidos ante sus tumbas, contándoles cómo ella había salido triunfante del juicio y ahora esperaba un hijo. Poco después se acercaron hasta el lugar donde Kerim, con lágrimas en los ojos, le confesaba a su madre ante su tumba que, aunque muchos le decían que se merecía lo que había conseguido, él no lo veía del todo así.
En el fondo, Kerim seguía sintiéndose culpable por lo que le había pasado a su amada Fatmagül, así que al final le decía a su madre “¿Cómo no te voy a perdonar?”. Fatmagül lo había perdonado a él, y ahora sólo restaba que él se perdonase a sí mismo… Un tema también recurrente a lo largo de toda la serie.
Y es que si algo tuvo de especial el capítulo final de esta magnífica serie fue cómo jugó con los posibles caminos alternativos: con el “Y si…” que en alguna ocasión ambos protagonistas ya habían barajado al hablar de sus vidas y de todo por lo que habían pasado.
Es cierto que, al principio, en el juicio, Kerim atisba esa especie de “alternativa” en la que no dice nada al ver a Fatmagül mientras él y sus amigos están borrachos junto al mar, y ella se aleja tranquilamente; pero justo al final, volvemos a ver que en esa “alternativa” Kerim, prendado de ella desde que la había visto en los preparativos de la fiesta, se acerca para hablar con ella, pero Fatmagül lo rechaza tajantemente diciéndole que la deje en paz, y se aleja para siempre. El mensaje es claro: puede que Fatmagül no hubiese pasado por aquella pesadilla, pero sus vidas habrían sido muy distintas (algo de lo que también hablaron ambos en otro capítulo), los dos habrían sido muy distintos… Nunca se habrían conocido ni se habrían enamorado… Así que todo ocurre por un motivo, aunque al principio lo desconozcamos.
Curiosamente en el capítulo final, Erdoğan Yaşaran también jugó con el “Y si…” al hablar ante el juez intentando justificar sus acciones. Él, precisamente al que el tribunal condenó más años como el mayor responsable de todo lo ocurrido, quiso escudarse en el “Y si…” para señalar a quienes le habían llevado a una fiesta a la que no quería ir o a una cala en la que él nunca había estado. Pero al final, sólo somos responsables de nuestros propios actos, y lo que importa es lo que ha pasado, tal y como le recordó el juez.
Y es que al margen del tema de los caminos alternativos y de la culpabilidad con que se construyó el último capítulo de Fatmagül, hay que destacar también dos mensajes con los que se despidió la serie, aunque ambos ya se venían cocinando desde hacía mucho tiempo: por un lado que las mentiras pesan demasiado como para cargar con ellas durante mucho tiempo, y la verdad acaba saliendo a la luz; y por otro, que el mal se paga, pero no sólo ante un tribunal…
Porque sin duda resultó paradójico ver a la antaño poderosa familia Yaşaran de los primeros capítulos, reducida a dos madres llorando por ver cómo sus hijos prófugos pasarán sus mejores años en prisión, mientras que el patriarca familiar, el recio y duro Reşat Yaşaran, ahora enfermo, se veía obligado a escuchar su condena sabiendo que cuando salga de prisión tendrá que seguir viviendo de la caridad en casa de la que fuera su criada.
La historia nos demuestra que todo aquel que quiere puede aprovechar la oportunidad que la vida te ofrece para rectificar los errores y encontrar el camino bueno, aun cuando este no está libre de peligros o dificultades. Una desgracia te puede destruir o te puede ofrecer la oportunidad de una vida mejor: tú decides.
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